Efecto de la terapia facial con dióxido de carbono en la oxigenación de la piel


Rachel Seidel BAa | Ronald Moy MD FAADb

aEscuela de Medicina de la Universidad de Georgetown, Washington, DC
bEscuela de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California, Los Ángeles, CA
cDermatología Moy-Fincher-Chipps, Beverly Hills, CA

Resumen

ANTECEDENTES: Las inyecciones subcutáneas de dióxido de carbono (CO₂), que se han popularizado recientemente en el campo de la dermatología estética, han demostrado que mejoran el aspecto de la piel al aumentar el aporte de oxígeno y, por tanto, contribuir al metabolismo celular y la neocolagénesis. Sin embargo, conllevan varios riesgos y no pueden utilizarse en todo el rostro, por lo que son más adecuadas para el tratamiento de problemas cutáneos localizados. Para combatir estos problemas, se ha desarrollado un tratamiento facial de CO₂ menos invasivo y adecuado para todo el rostro, aunque su eficacia para oxigenar la piel aún no se ha investigado a fondo.


OBJETIVO: El objetivo de este estudio era evaluar la capacidad del CO₂ facial para oxigenar la piel.

MÉTODOS Y MATERIALES: Doce pacientes se inscribieron en este estudio de cara dividida. Se les trató con una semana de intervalo con un tratamiento facial de CO₂ en un lado de la cara y microdermoabrasión sin partículas en el otro. Se registraron mediciones de la tensión transcutánea de oxígeno (tcPO₂) al inicio y después de cada tratamiento. La significación estadística se evaluó comparando la diferencia media de tcPO2 en mmHg tras la microdermoabrasión y tras un tratamiento facial con dióxido de carbono mediante una prueba t pareada de 1 cola (α = 0,05).

RESULTADOS: El aumento medio de tcPO₂ tras el tratamiento con CO₂facial fue significativamente mayor desde el punto de vista estadístico (p = 0,0252) que tras la microdermoabrasión.

CONCLUSIÓN: Los tratamientos faciales con dióxido de carbono mejoran la oxigenación de la piel inmediatamente después del tratamiento, atribuible a la generación de un efecto Bohr artificial.

JDrugs Dermatol. 2015;14(9):976-980.

INTRODUCCIÓN

Bien conocido como sustrato en diversos procesos metabólicos y dependientes de la energía, el oxígeno (O2) es necesario para la reparación y regeneración de la piel.1,2 En consecuencia, en una sociedad que equipara cada vez más juventud con belleza, el papel del O2 en el cuidado de la piel ha recibido una atención considerable. Los productos con oxígeno y los tratamientos faciales con oxígeno, recientemente popularizados, afirman que mejoran la elasticidad, disminuyen la aparición de líneas de expresión e iluminan la piel. Sin embargo, la estabilidad de los compuestos oxigenantes en los productos tópicos es cuestionable y su capacidad para penetrar en el estrato córneo, así como su eficacia general, no se han demostrado clínicamente.

Las inyecciones subcutáneas de dióxido de carbono (CO2) se han hecho cada vez más populares en el campo de la medicina estética dada su capacidad para promover la oxigenación de la piel desde la microcirculación subyacente.3 A diferencia de la aplicación tópica de compuestos oxigenantes, esta técnica garantiza el suministro sin obstáculos de O2 a los tejidos mediante la generación de un efecto Bohr que intercambia O2 con CO2 a nivel de los capilares dérmicos. Los cambios microcirculatorios debidos a la administración transitoria de CO2 mejoran la perfusión cutánea y facilitan la administración de nutrientes y la eliminación de residuos.4 El consiguiente suministro de oxígeno estimula la producción de colágeno y acelera el metabolismo celular.3,5,6,7 Por este motivo, las inyecciones subcutáneas de CO2 se utilizan a menudo para promover la regeneración dérmica y reducir así la aparición de líneas finas, cicatrices e hiperpigmentación.4,8

Recientemente ha surgido un novedoso tratamiento facial que combina la ciencia de la terapia con dióxido de carbono con la exfoliación mecánica. A diferencia de las inyecciones subcutáneas de CO2, el tratamiento facial con CO2 genera burbujas de CO2 en la superficie de la piel, que penetran en la epidermis con mínimas molestias. Para evaluar su capacidad de oxigenar la piel más allá de lo que se espera tras la exfoliación mecánica y, por tanto, evaluar su capacidad de producir el efecto Bohr, realizamos un estudio de dos caras en el que se compararon los cambios en la tensión transcutánea de O2 (tcPO2) tras el tratamiento facial con CO2 con los que se producen tras un procedimiento de microdermoabrasión estándar. Más información sobre los tratamientos faciales con oxígeno.

MÉTODOS

Se trata de un ensayo clínico unicéntrico realizado en 12 pacientes sanos, hombres y mujeres, de edades comprendidas entre los 23 y los 64 años. Los pacientes dieron su consentimiento informado en el formato utilizado por la junta de revisión institucional occidental, que se ajusta a las directrices éticas establecidas en la Declaración de Helsinki de 1975. Se observaron los Procedimientos Operativos Estándar para la Investigación Clínica de acuerdo con el comité de supervisión Moy-Fincher-Chipps correspondiente y las Buenas Prácticas Clínicas.

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